El cuento original de Stevie
“Abuelo, cuéntame una “historia de Stevie”, me pide mi nieta de doce años.
Se refiere a su tío abuelo Steve, mi hermano menor de dieciocho meses, cuyas travesuras infantiles contribuyeron en gran medida a las leyendas de la familia.
Hay unas cuantas «Historias de Stevie» que contar, y mi nieta me pide que repita una si no se me ocurre ninguna que no haya oído ya.
Así que, Zoe, ¡esto es para ti!
Comenzó como un día seco de verano bastante normal en Greenville, SC, donde pasé unos seis años de mi primera infancia. Yo estaba en casa con mi madre, papá estaba en el trabajo. Stevie, de seis años, estaba con sus amigos en el vecindario.
Hasta que dejó de estarlo.
Bobby, su pequeño compañero de juegos, estaba temblando mientras aporreaba nuestra puerta principal. «Sra. Eppley, Sra. Eppley, ¿está Stevie?»
«Pues no, Bobby, creía que estaba contigo. »
La amiguita de Stevie estaba sin aliento.
«Sí señora, estaba, pero quería ir a una de esas grandes alcantarillas, y le dije que mi mamá me dijo que nunca fuera allí, porque hay un monstruo malo que vive allí, y yo no quería ir, pero Stevie fue de todos modos y esperé y esperé y nunca salió y le dije sobre el monstruo malo, pero él no escuchaba y …»
Sospecho que el «monstruo malo» fue una invención de la creativa madre de Bobby que intentaba mantener a su hijo alejado del sistema de alcantarillado de la ciudad. Que yo sepa, nunca se denunciaron «monstruos de alcantarilla». Sin embargo dudo que mi madre escuchara mucho más allá de «alcantarilla». Rápidamente llamó a mi padre al trabajo, que llegó inmediatamente con un compañero.
Juntos, con el pequeño Bobby como guía, empezaron a desandar el camino hasta la alcantarilla y más allá.
Steve no aparecía por ninguna parte.
Lleno de adrenalina, papá empezó a levantar tapas de alcantarilla en busca de su hijo desaparecido.
Mientras tanto, totalmente inconsciente del pánico que había desencadenado, Stevie entró en la casa y se encontró con una madre frenética. Percibiendo la tensión, le explicó que nunca había estado en peligro ni perdido, sino que se había escabullido al otro lado de una larga alcantarilla seca.
Al no encontrar a Bobby, decidió volver a casa. No era para tanto, la verdad. Nada por lo que emocionarse.
Aliviada pero claramente agitada, mamá lo envió de vuelta al lugar de dicha alcantarilla para que se ocupara de su aterrorizado padre.
Al principio, Stevie observó fascinado cómo papá (en palabras de su compañero de trabajo) «volteaba tapas de alcantarilla como si fueran guiñoles». Finalmente se presentó.
«Hola, papá», preguntó Stevie con indiferencia. «¿Qué pasa?»
A su padre no le hizo ninguna gracia.